En el silencio de la noche, cuando el mundo se sumerge en la quietud, nos conectamos con el poder divino que nos rodea. Esta bella oración nos invita a reconocer la paz que nos rodea, a rendirnos a la voluntad divina y a agradecer por las bendiciones que nos son otorgadas.
“Bendito eres tú Señor, nuestro Dios, Rey del Universo, que trae el descanso y el sueño a mis ojos. Que se haga tu voluntad Señor mi Dios todo poderoso. Gracias por todo y que pueda descansar en paz y levantarme en paz. Amén”
En cada noche, al cerrar los ojos, somos testigos del milagro de encontrar reposo, un tiempo de recogimiento para rejuvenecer nuestras almas. Es en ese instante de entrega que podemos elevar nuestra gratitud: «Que se haga tu voluntad Señor mi Dios todo poderoso. Gracias por todo y que pueda descansar en paz y levantarme en paz. Amén.»
La gratitud por el descanso y la certeza de levantarnos renovados son tesoros que no tienen precio. En la quietud de la noche, recordamos que somos parte de algo más grande, confiamos en el camino trazado para nosotros y nos preparamos para despertar con fuerza renovada. Permitámonos descansar en la certeza de que, en medio de la oscuridad, la luz siempre prevalece.
Que esta gratitud por el descanso y la promesa de un nuevo amanecer nos guíen en cada paso del camino. Que en cada noche encontremos la paz para descansar y en cada nuevo día la energía para enfrentar los desafíos que se presenten. ¡Agradezcamos por este regalo de descanso y despertemos con la certeza de que somos bendecidos! ¡Amén!
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